lunes, 7 de octubre de 2019

OPINIÓN: ANIMALES DE COMPAÑÍA ¡MALTRATO DE FAMILIA!


Por Elena Morado

@Elena6Morado

Hace algunos años la gente tenía más hijos que perros, ya que era muy raro coincidir con un dueño que paseará a su can. Sin embargo, no quiere decir que estos animales no existieran, lo que sucedía es que no eran visibles con sus responsables. La realidad ha cambiado: En mi experiencia como citadina de una unidad habitacional, ahora hay muchísimos vecinos con animales ¿Cómo lo noto? Ladridos desde las 8 am, campo minado de heces, perritos sin correa vagando en soledad y llamadas de vecinos a la perrera para que se lleven a los que no tienen dueño. Además, ya en varias ocasiones los medios de comunicación han dedicado varias notas informativas a acontecimientos violentos en los que las víctimas son menores de edad, adultos responsables (pasean a su animal con correa) y perros de dueños irresponsables (ausentes y perezosos porque no llevan a sus animales sujetados). Te comparto algunos casos:







¿Y los problemas? ¿Por qué nos afectan?

Mi perra y yo hace años fuimos víctimas de la torpeza, irresponsabilidad y pereza de quienes confían que sus animales son “más inteligentes que Yoda” y los dejan vagabundear. Un clásico: El perro sin correa se abalanzó a Mafer (mi perrra) y la hirió de gravedad. Fue un día terrible para ambas, más para Mafer, pero afortunadamente sobrevivió. Obligué a los dueños ausentes a pagar curaciones, sin embargo, siguieron paseando a su animal sin correa, el cual volvió a atacar a otros perros e incluso a niños. Lo lamentable es que ni las autoridades ni vecinos, ni padres o madres de familia me apoyaron a presionar a los dueños a sacar a su perro con correa. Y es que donde vivo varios son los casos de perros envenenados y atropellados, y con frialdad sus dueños consiguen otro para minimizar su tristeza y dolor (no el del perro fallecido, sino la de los humanos).

Perros sin correa:


Es lamentable que mientras vemos películas y videos en los que los perros y gatos dan todo su amor, nos hacen reir y nos protegen; los humanos no correspondamos en ofrecer lo básico: seguridad para los que queremos. En varias ocasiones, he sido testigo de humanos jalando y arrastrando a sus animales como si se tratara de una cobija; otra, dueños furiosos repitiendo sin descanso ¡Ven aquí, no te alejes! ¡Regresa! ¡Te estoy hablando! ¿Y el perro? Sin correa.

Ante esto, me pregunto sin tener respuesta alguna:

¿Para qué tener can si detestamos salir por las mañanas? ¿Para qué aferrarnos a un perro o gato si en cuanto lo paseamos odiamos llenar las manos ocupadas? Si preferimos usar el celular ¿Para qué añadir un integrante más a la familia que necesita supervisión si no podemos ofrecerla? Me aterra lo insensibles que podemos ser con los indefensos.

Imagen de Pinterest 

Gatos con disfraz:

La gran popularidad de animales portando disfraces o accesorios es evidente. Tan sólo revise los “Me gusta”, número de vistas o el conteo de “compartir publicación” y pasan de 2 mil veces. ¿Por qué? Porque estos videos nos parecen adorables y simpáticos, pero ¿Y los animales les gustará tener una sesión de fotos de más de 20 minutos con un traje caluroso encima? A los gatos que son tan delicados ¿Gustarán de andar con accesorios estridentes por más de una hora sólo para ser populares en redes sociales? Definitivamente no. 

Y es que hay una gran diferencia entre disfrazar a nuestro compañero peludo y tomarle unas cuantas fotografías o tomas (de vez en cuando). Hacerlo parte de una dinámica para ganar popularidad hasta encontrar la perfección del video, me parece inaguantable (hasta si yo fuera felino doméstico). Simplemente sería estresante. No suficiente con ello, los humanos hemos encontrado formas de quitarle lo “animal” a los perros y gatos: pintando sus uñas, paseándolos en carreolas o aplicar aerosol su pelaje. ¿Acaso no amamos a los animales precisamente porque no se parecen en nada a nosotros?

Acepto que alguna vez disfracé a mi perra, sin embargo, ella me hacía entender que odiaba los moños colgando de sus orejas o la tela que le añadía peso y cubría los orificios que estaba acostumbrada a que le olfatearan. Era un animal, y yo no estaba dejando que se portara como tal: Moños nunca le puse y trajes sólo para cubrirla del frío. Por favor, escuchemos: Seamos más animales, generemos empatía por quienes nos cuidan y acompañan.

Animales como humanos: Comen, duermen y miran celulares.

Mientras muchos cibernautas reían por el evidente uso adictivo de una pareja de monos a una pantalla de celular, me preguntaba ¿Por qué esos animales no están balanceándose en las ramas?

En este apartado quiero subrayar que me refiero a animales que son obligados o adiestrados a comer en la mesa (con sus humanos), a dormir con pijama y en pequeñas camas a su medida (como los humanos) o a jugar con el celular. Pareciera que, como dueños, deseamos no invertir nuestro tiempo para educar en lo importante: Animales equilibrados cognitivamente, activos mentalmente (jugando al escondite) o mentalmente pacíficos (aquellos que no ladran enérgicamente ni enloquecen cuando ven a otro perro).

¿Por qué mientras nos parezca cómico lo que hacen los animales, sin importar que se ponga en riesgo su vida cotidiana, no lo consideramos maltrato? ¿Por qué sólo si vemos sangre y agonía en un animal nos parece ofensivo? Y es que los actos que he señalado con anterioridad se convierten en aceptables porque ocurren desde el entorno familiar día tarde y noche; así que han dejado de ser observables y criticables. 
Imagen de Pinterest 

Finalmente, reflexionemos porque no se trata sólo de nosotros y nuestro animal de compañía. También se trata de los demás y de los otros animales de compañía con los que compartimos un tiempo y un espacio. 

Me pregunto ¿Quiénes más serán las víctimas en un entorno enfermizo al que no aceptamos al otro tal y como es? 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo, además mucha gente tiene perros y no los controla, les dejan hacer lo que les da la gana. Yo tengo un vecino con un perro enorme y siempre anda suelto y viene a olerme cuando estoy esperando el ascensor, el vecino pasando y yo me muero de miedo porque los perros me dan mucho respeto desde siempre. Mi madre perdió un ojo por el ataque de un perro cuando tenía cuatro años, ella les tiene pánico y a mí me lo ha contagiado. La pobre pasó media infancia de hospitales para arreglar lo que le hizo el perro, tuvieron que operarla varias veces para reconstruir el párpado y no lo puede cerrar del todo y encima en el ojo que le quedó le salió miopía y tenía que llevar gafas gordas para poder ver. Nunca ha podido conducir por la mala vista y todo por un perro.

Elena Morado dijo...

Anónimo, siento mucho su caso y lo de su mamá. Sin duda, entiendo que no a toda la gente pueden gustarle los perros por las malas experiencias que quizá han tenido con ellos, sobre todo, cuando los irresponsables son los dueños que, pareciera, que los desprecian por no cuidarlos y pasearlos como se debe.

Le agradezco mucho su visita y opinión en Grattare :)

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