Por Elena Morado
@Elena6Morado
Hace algunos años la gente tenía
más hijos que perros, ya que era muy raro coincidir con un dueño que paseará a
su can. Sin embargo, no quiere decir que estos animales no existieran, lo que
sucedía es que no eran visibles con sus responsables. La realidad ha cambiado:
En mi experiencia como citadina de una unidad habitacional, ahora hay
muchísimos vecinos con animales ¿Cómo lo noto? Ladridos desde las 8 am, campo
minado de heces, perritos sin correa vagando en soledad y llamadas de vecinos a
la perrera para que se lleven a los que no tienen dueño. Además, ya en varias
ocasiones los medios de comunicación han dedicado varias notas informativas a
acontecimientos violentos en los que las víctimas son menores de edad, adultos
responsables (pasean a su animal con correa) y perros de dueños irresponsables
(ausentes y perezosos porque no llevan a sus animales sujetados). Te comparto
algunos casos:
¿Y los problemas? ¿Por qué nos afectan?
Mi perra y yo hace años fuimos
víctimas de la torpeza, irresponsabilidad y pereza de quienes confían que sus
animales son “más inteligentes que Yoda” y los dejan vagabundear. Un clásico:
El perro sin correa se abalanzó a Mafer (mi perrra) y la hirió de gravedad. Fue
un día terrible para ambas, más para Mafer, pero afortunadamente sobrevivió.
Obligué a los dueños ausentes a pagar curaciones, sin embargo, siguieron
paseando a su animal sin correa, el cual volvió a atacar a otros perros e
incluso a niños. Lo lamentable es que ni las autoridades ni vecinos, ni padres
o madres de familia me apoyaron a presionar a los dueños a sacar a su perro con
correa. Y es que donde vivo varios son los casos de perros envenenados y
atropellados, y con frialdad sus dueños consiguen otro para minimizar su
tristeza y dolor (no el del perro fallecido, sino la de los humanos).
Perros sin correa:
Es lamentable que mientras vemos
películas y videos en los que los perros y gatos dan todo su amor, nos hacen
reir y nos protegen; los humanos no correspondamos en ofrecer lo básico:
seguridad para los que queremos. En varias ocasiones, he sido testigo de humanos
jalando y arrastrando a sus animales como si se tratara de una cobija; otra,
dueños furiosos repitiendo sin descanso ¡Ven aquí, no te alejes! ¡Regresa! ¡Te
estoy hablando! ¿Y el perro? Sin correa.
Ante esto, me pregunto sin tener
respuesta alguna:
¿Para qué tener can si detestamos
salir por las mañanas? ¿Para qué aferrarnos a un perro o gato si en cuanto lo
paseamos odiamos llenar las manos ocupadas? Si preferimos usar el celular ¿Para
qué añadir un integrante más a la familia que necesita supervisión si no
podemos ofrecerla? Me aterra lo insensibles que podemos ser con los indefensos.
Imagen de Pinterest
Gatos con disfraz:
La gran popularidad de animales
portando disfraces o accesorios es evidente. Tan sólo revise los “Me gusta”,
número de vistas o el conteo de “compartir publicación” y pasan de 2 mil veces.
¿Por qué? Porque estos videos nos parecen adorables y simpáticos, pero ¿Y los
animales les gustará tener una sesión de fotos de más de 20 minutos con un
traje caluroso encima? A los gatos que son tan delicados ¿Gustarán de andar con
accesorios estridentes por más de una hora sólo para ser populares en redes
sociales? Definitivamente no.
Y es que hay una gran diferencia entre
disfrazar a nuestro compañero peludo y tomarle unas cuantas fotografías o tomas
(de vez en cuando). Hacerlo parte de una dinámica para ganar popularidad hasta
encontrar la perfección del video, me parece inaguantable (hasta si yo fuera felino doméstico).
Simplemente sería estresante. No suficiente con ello, los humanos hemos
encontrado formas de quitarle lo “animal” a los perros y gatos: pintando sus
uñas, paseándolos en carreolas o aplicar aerosol su pelaje. ¿Acaso no amamos a
los animales precisamente porque no se parecen en nada a nosotros?
Acepto que alguna vez disfracé a
mi perra, sin embargo, ella me hacía entender que odiaba los moños colgando de
sus orejas o la tela que le añadía peso y cubría los orificios que estaba
acostumbrada a que le olfatearan. Era un animal, y yo no estaba dejando que se
portara como tal: Moños nunca le puse y trajes sólo para cubrirla del frío. Por
favor, escuchemos: Seamos más animales, generemos empatía por quienes nos cuidan
y acompañan.
Animales como humanos: Comen, duermen y
miran celulares.
Mientras muchos cibernautas reían
por el evidente uso adictivo de una pareja de monos a una pantalla de celular,
me preguntaba ¿Por qué esos animales no están balanceándose en las ramas?
En este apartado quiero subrayar
que me refiero a animales que son obligados o adiestrados a comer en la mesa
(con sus humanos), a dormir con pijama y en pequeñas camas a su medida (como los
humanos) o a jugar con el celular. Pareciera que, como dueños, deseamos no
invertir nuestro tiempo para educar en lo importante: Animales equilibrados
cognitivamente, activos mentalmente (jugando al escondite) o mentalmente
pacíficos (aquellos que no ladran enérgicamente ni enloquecen cuando ven a otro
perro).
¿Por qué mientras nos parezca
cómico lo que hacen los animales, sin importar que se ponga en riesgo su vida
cotidiana, no lo consideramos maltrato? ¿Por qué sólo si vemos sangre y agonía
en un animal nos parece ofensivo? Y es que los actos que he señalado con
anterioridad se convierten en aceptables porque ocurren desde el entorno
familiar día tarde y noche; así que han dejado de ser observables y
criticables.
Imagen de Pinterest
Finalmente, reflexionemos porque no se trata sólo de
nosotros y nuestro animal de compañía. También se trata de los demás y de los
otros animales de compañía con los que compartimos un tiempo y un espacio.
Me pregunto ¿Quiénes más serán las víctimas en un entorno enfermizo al que no aceptamos al otro tal y como es?
Me pregunto ¿Quiénes más serán las víctimas en un entorno enfermizo al que no aceptamos al otro tal y como es?