martes, 4 de agosto de 2020

ALGUNAS INCONGRUENCIAS DEL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO

Por Elena Morado

@Elena6Morado

Desde hace algunos años ha retumbado en mi cabeza algunas palabras, diálogos y efemérides que no logro aceptar por la falsedad que retratan. Cada vez que escuchaba alguna perorata, tenía ganas de retar al expositor y pedirle que, por favor, saliera de su microesfera de comodidad o de su autoengaño. Y es que, por miedo, quizá no había tenido el valor de escribir sobre estas falacias (aunado a mi poca experiencia como educadora), pero ahora he encontrado no sólo el impulso, sino el conocimiento, historia laboral y momento adecuado, pues en plena pandemia ha quedado al descubierto las injusticias sociales debidas a la desigualdad, discriminación y abuso de cualquier índole. Hoy, redacto un caso en particular.

a) Imagen tomada de Google. 

Primero yo

Cuando inicié en el camino de la docencia, recuerdo que observaba los homenajes con mucha atención, y ponía mayor interés en los discursos porque me confundían con su contenido. Por ejemplo: Cuando se celebraba el día del trabajo, notaba que los directivos exclamaban con pasión y agradecimiento el que una jornada laboral fuera de 8 horas, el que los trabajadores cuenten con todos los recursos que la escuela abastece, el que los mismos sean tratados con respeto, el que cualquier empleado cuenta con prestaciones de ley… ¿La realidad? Docentes frente a grupo, haciendo guardias, cargando mochilas, subiendo a estudiantes a sus carros al mismo tiempo que  les abre las puertas (con precaución porque los conductores se molestan) haciendo esto y más, en efecto, 8 horas. Sin embargo ¿Qué hay de la planeación de una clase, el diagnóstico de un grupo, la compra de material y transporte del mismo, los cursos de actualización, revisión de tareas, retroalimentación de ejercicios a cada estudiante, calificación de exámenes? Son horas no pagadas. Y, lamentablemente, cada vez menos trabajos protegen a sus empleados con prestaciones de ley.

Sin duda, algunos de mis lectores, dirán: Elena, así son las cosas o Elena, es que no tienes vocación. Lamentablemente, ustedes ahora son partícipes de una cultura laboral insaciable y adornada de tintes rosados. En efecto, las cosas son así, pero no por ello deben ser aceptables. En cuanto a la vocación (una palabra que está de moda) considero que el interés está en la gran mayoría de los educandos, pero el reproche nunca cederá pues ahora la figura docente es sinónimo de pereza, ingratitud e ignorancia. Incluso, muchos docentes de colegios particulares, en plena pandemia, siguen laborando con menos de la mitad de su sueldo ¿Todavía insisten en que no poseen vocación?

Y es que parece que la representación del docente ha sido modificada porque ahora es la figura que todo lo da, sin recibir nada a cambio y que arriesga su vida, comodidades y alimentos a favor de la educación. Es ese maestro que, socialmente, pareciera que está obligado a dar más que los padres y madres de cualquier niñ@ por un sueldo de 4 mil pesos al mes (aproximadamente).  Esta visión también la comparten los estudiantes: Hace algunos meses estaba revisando los cuadernos de mis estudiantes de primero de secundaria, estaba tan apurada que se me acercó uno de mis alumnos y me dijo: ¡Ay, maestra, por eso no quiero ser maestro porque es mucho trabajo, mal pagado y parece que no termina nunca! Por favor, nadie trabaja para recibir un trato y sueldo injusto (lamentablemente, sólo los esclavos).

Después mis estudiantes


¿Y a dónde voy con esta opinión? A que, lamentablemente, esta representación romántica de la vida cotidiana también inunda a nuestros estudiantes, pues dentro de los programas escolares se usan los libros del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) y los capítulos llamados “Kipatla” transmitidos hace algunos años por Once TV ¿Qué hay de confuso? En el episodio “Gaby chicles de canela” se retrata una visión rosada y equivocada en una denuncia por abuso infantil. La víctima, Gaby, una menor de edad es atendida con amabilidad, rapidez, orden y limpieza por servidores públicos del Ministerio Público. Con un sólo trámite, ella es defendida y rescatada. No hay peligro ni amenazas ni nada que entorpezca el proceso. ¿De verdad cuando somos testigos o víctimas de una injusticia esto no sucede? ¿Por qué mostrar estas visiones “infantiles” a menores de edad? ¿Por qué les mentimos?


b) Imagen tomada de Google. 

Kipatla intenta mostrar a los lectores y televidentes una forma pacífica y asertiva de resolver conflictos sociales. Hay muchos valores importantes, entre ellos destacan: La amistad, el respeto y la solidaridad ¿El problema? Una visión poco realista: un salón de clases bien iluminado y limpio con un docente que es escuchado atentamente con 15 alumnos bien alimentados y con toda la disposición de aprender. 

c) Imagen tomada de Google. 

Ahora ¿Qué podemos hacer?

Primero: Una cercanía inmediata a la vida cotidiana. Quienes ilustran y redactan contenidos educativos, ojalá se tomaran la molestia de visitar las comunidades urbanas y rurales, pues cada una tiene problemáticas particulares. Y no sólo para conocerlas, como si de turistas se tratase, sino para realmente ser empáticos y retratar con detalles y vivencias propias, lo vivido.

Segundo: Entiendo que el contenido de estos programas educativos es alentar a niñ@s y jóvenes a mejorar las condiciones de vida de sus comunidades, a ser partícipes de los cambios sociales y a exigir el pleno respeto a sus derechos, pero cómo lo harán si se insiste en mostrar “problemitas” o conflictos que “por arte de magia” quedan congelados en bonitas imágenes de personas tomándose de las manos en un día soleado.  Entonces: Cambiemos el contenido y la forma. No, no me refiero a inundar las pantallas con sangre y asesinatos, sino a invitar a nuestros estudiantes a prevenir delitos y abusos ¿Cómo? Siendo mejores ciudadanos. Estoy segura que si les enseñamos estadísticas, crónicas, opiniones y fotografías específicamente para ellos, lo entenderán. Es más: Dialoguemos en familia sobre los problemas y preocupaciones (No es sano ocultar los temas delicados).

Tercero: ¿Qué podemos hacer? Insistamos en la importancia de acudir a diversidad de museos y obras teatrales para que los jóvenes conozcan otras realidades desde muy chiquitos. Esto con el propósito de educar para dar y recibir, no únicamente para recibir. Empecemos desde ya: acudamos a los albergues a bañar perros, a ser útiles a la sociedad, sino ¿Por qué cree que los santuarios de animales están llenos de ellos? Porque pocos se comprometen con donar alimento, con visitar y pasear a los desprotegidos, pocos ayudan y muchos asisten sólo a abandonar a sus animales domésticos. La mayoría no quiere hacer “el trabajo sucio”.

Finalmente, hablo desde mi contexto educativo y social, así que te invito a protestar y a exigir mejores condiciones para el tuyo por el bien de tod@s. 

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